martes, 12 de octubre de 2010

Era medianoche de verano,
Una noche de alcohol y mujeres,
En un bar de por ahí.
Conocí a una mujer, su nombre no recuerdo.
Invente un nombre al improviso, ella me lo creyó.

Al verano siguiente, mi voz del instinto,
Eligió al asar un bar que me lleno de recuerdos.
Conocí a Rosa, otra mujer,
Ella dijo que con ella obtenía el placer,
Que detrás de la puerta de su cuarto la iba a conocer.

Su cuarto era familiar, le encontraba algo similar.
Su habitación estaba entre mis recuerdos,
Recordé el verano anterior,
¡Rosa! (Gemí) la mujer observaba atentamente desde el interior,
De su acolchada y rosa cama.

Adentro de esa habitación,
Sonaban rápidos los latidos de mi corazón.
Noches de alcohol y diversión,
Un escape del amor, un alivio al dolor.
Escapé del cuarto, sin tener claro el rumbo.

Escuché una mujer gritar mi nombre por los pasillos,
Al saber que estaba lejos, encendí un cigarrillo.
Me dije a mi mismo, que nunca volveré a ese bar,
Y entre recuerdos y lamentos me puse a llorar.
¡Pobre Rosa, tan inocente!

Noches de alcohol y mujeres,
Noches en que haces lo que queres,
No importa el corazón, importa llenarlo de placeres.
¡Pobre Rosa, tan maravillosa!
Ahora se marchita, como rosa en invierno.

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