lunes, 18 de octubre de 2010

Ella caminaba como solía,
yo recordaba sus besos,
y mi alma se moría.
Yo prometí escribirle un buen verso,
describiendo sus labios sabor cereza,
y como su nombre me retumbaba en mi cabeza.

Me acorde de ella, bebiendo en un bar.
A la séptima copa de vino,
me eche a llorar.
Entre gemidos maldecía al destino.
Yo prometí escribirle una canción,
de como a esa mujer le entregue mi corazón.

¡La puta que es el amor!, dije.
Pasíando en Buenos Aires,
me fui a la plaza de mayo a tomar aire.
Recordándote, escribí un nuevo poema,
y dije que el amor crea falsas promesas.

Apreté mis dientes.
Era de noche, y la luna brillaba.
¡Carajo, el amor es un sentimiento fuerte!
Y mi ojos entre el rocío lloraban.
Caminabas como solías, ignorando que eras mía.

La luna iluminaba tu balcón,
pase por ahí y me senté en un sauce llorón.
Las estrellas me encandilaban con su brillar,
de nuevo mis ojos comenzaron a llorar.
Grité tu nombre.

Saliste para afuera, me observaste.
Bajaste corriendo, y me miraste.
Como si fuera un sueño, sentí que mis labios besaste,
y mi alma rugió triunfante...

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